domingo, 24 de abril de 2016

LA COCINA DEL QUIJOTE: Don Quijote y Sancho Panza, gastronómicamente hablando.

Entre don Quijote y su escudero sus perfiles gastronómicos son antitéticos. Sancho no se apellida Panza por casualidad es la antítesis del protagonista "seco de carnes".

Don Quijote lo tiene claro en cuando a gustos culinarios y su gusto por la comida, nos lo dice en el capítulo XX: “es honra de los caballeros andantes no comer en un mes…

"No comía don Quijote, de puro pesaroso, ni Sancho no osaba tocar a los manjares que delante tenía, de puro comedido, y esperaba a que su señor hiciese la salva; pero, viendo que, llevado de sus imaginaciones, no se acordaba de llevar el pan a la boca, no abrió la suya, y, atropellando por todo género de crianza, comenzó a embaular en el estómago el pan y queso que se le ofrecía. 
–Come, Sancho amigo –dijo don Quijote–, sustenta la vida, que más que a mí te importa, y déjame morir a mí a manos de mis pensamientos y a fuerzas de mis desgracias. Yo, Sancho, nací
para vivir muriendo, y tú para morir comiendo". 

"–En fin–dijo don Quijote–, tú eres, Sancho, el mayor glotón del mundo y el mayor ignorante de la tierra, pues no te persuades que este correo es encantado, y este Tosilos contrahecho. Quédate
con él y hártate, que yo me iré adelante poco a poco, esperándote a que vengas".

En el capítulo XLVII de la segunda parte vemos a un Sancho enojadísimo al ver que no le dejaban comer de nada, que manifiesta estar dispuesto a matar de un sillazo al pelma del médico. No le dan de comer todo aquello que le gusta, que son los platos de los que hemos hablado, si no ¡Solo unos birriosos canutillos y unas tajadicas sutiles de carne de membrillo! 
Ante esta oferta culinaria Sancho quiere marcharse y exclama: “¡Qué oficio que no da de comer a su dueño, no vale dos habas!
A Sancho no se le puede traumar con exquisiteces porque sostiene que es más fácil cambiar de religión que de gustos culinarios. 
El amor a la buena comida tiene un límite, como su libertad como cuando demostró cuando abandonó la ínsula:

“mucho mejor me sabe lo que como en mi rincón sin melindres ni respetos…  la mejor salsa del mundo es el hambre y como esta no falta a los pobres, siempre comen con gusto.”

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