Alicia González de 4ºC nos cuenta la historia que su propia abuela le ha contado sobre el día de su comunión. Su abuela se llama María Isabel Francisca Martín Portilla e hizo la comunión el día 30 de mayo de 1948.
Esta es la historia de la comunión de mi abuela, que me la ha contado tal cual sucedió.
Mi abuela pertenecía a una familia pobre, era una niña muy pobre porque nació en plena guerra. Por ello no pudo hacer la comunión a su debido tiempo, que entonces los niños la hacían alrededor de los 9 años. La hizo cuando, gracias a una vecina que tenían, a la que le daban ataques epilépticos, le prestó su vestido. Mi abuela era prácticamente la única amiga que tenía, ningún otro niño quería jugar con ella por sufrir de estos ataques. Ella sí que había hecho la comunión hacía tiempo, su familia tenía un poco más de dinero que la de mi abuela entonces. Su madre habló con la madre de mi abuela diciendo que le dejaría el vestido de su hija para que pudiese hacer la comunión mi abuela, con once años, cuando entonces parecía más una novia que otra cosa con aquel vestido. La madre de mi abuela tuvo que arreglar el vestido porque la niña era más bajita que mi abuela; su madre se portó muy mal porque la hizo devolverle el vestido largo, como se lo habían prestado, y a la madre de mi abuela la costó trabajo deshacerlo, pero ellas estaban muy contentas.
Casi no hizo la comunión porque, como era niña de la guerra, se habían quemado los papeles del bautismo y tuvieron que bautizarla otra vez, entonces el cura dijo que no podía darle la comunión debido al jaleo que había con su bautizo, ponía pegas, y al padre de mi abuela no le gustó y le dijo:”Mire, igual que ha estado 11 años sin volverse a bautizar, puede estar todo lo que le dé la gana”. Entonces el cura dijo que la bautizaría y le daría la comunión el mismo día y a la misma hora. Por eso cuando hizo la comunión fue aún más feliz de ser ya católica por completo.
La celebración fue en su casa. Se lo pasaron muy bien porque su madre hizo una chocolatada y la compartió con todos sus amigos y vecinos. Lo pasaron muy bien, cantaron e hicieron teatro.
A mi abuela se le daba muy bien cantar. Ella lo recuerda con mucha felicidad - “Lo volvería a pasar”- dice, aunque por la posguerra pasaban mucha hambre, porque ellos vivían en la ciudad y en el campo, por el contrario, cada uno tenía su huerto o sus animalitos para darles algo que comer. Pero ella aún con hambre era muy feliz. Para llevarse algo a la boca y con la intención de ayudar en casa trabajó durante unos años de repasadora de películas. Ella cortaba o eliminaba las escenas que la censura expuesta por Franco no permitía o prohibía. Ganaba mucho, tenían una gran responsabilidad, si no hacían bien los cortes además de arriesgarte a que te echaran del trabajo podían hasta multarte.
Antiguamente, en estas celebraciones, la gente corriente, que no era de una clase social rica, no regalaba nada ni hacía celebraciones en salones ni restaurantes, las hacían en sus casas donde las madres preparaban algún manjar y lo repartían entre sus hijos y sus amigos. Tampoco acudían las madres de estos.
En esa época era propio que a las niñas se les regalase un libro de comunión y la abuela de Alicia lo guarda como recuerdo con un cariño muy especial. Aquí os mostramos algunas imágenes sobre cómo era ese libro, tenía unas ilustraciones muy bonitas y a fecha de hoy lo podemos considerar una joya.
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